Estoy tirada en el piso del cuarto de mi tío. Tengo sus audífonos de Jacobo Zabludosky de los early ochentas a todo volumen y en su tocadiscos gira Fleetwood Mac. Tengo 9 años y muevo mis pies a ritmo de "Seven Wonders". Me imagino bailando y viviendo para siempre dentro de la portada del disco "Tango in the night". Así recuerdo mi niñez.
La puerta de la recámara de mi tío está cerrada y estoy casi oculta entre el stéreo y su librero. Su cuarto entero huele a discos de vinyl y a libros viejos. Acaba de regresar a pasar las vacaciones de la UAM y estará fuera por mil horas visitando a sus amigos. A mis nueve años ya soy una pequeña ninja stalker y siempre sé dónde estará, para así tener acceso preciso a sus horarios lejos de su máquina de disccos. La gloria.
Por no dejar de escuchar a todo volumen me limito a un disco por tarde. Así que esta tarde me regreso por completo a ese momento. A cuando mi vida era tan simple como escuchar música a escondidas. Tan simple como escoger una canción y quedarse a vivir ahí.
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