sábado, 1 de septiembre de 2018

Amo a los hombres.

Sí, los amo.. y lo digo así en este rollo cursi inaudito: los amo con un amor que es más grande que yo y que como un océano me envuelve por completo. He de atreverme a escribirlo con todas las ganas de recordármelo para tener presente este amor desmedido que no puedo contener, después de mucho tiempo de no poder hacerlo.
Sí, amo a los hombres y los amo más aún si son desafiantes, inconformes y rebeldes planeadores de mundos diferentes. Amo mucho menos a los que son ordinarios, a esos que salen de madrugada a construir sus propias ciudades, ordinarias. De amores y romances ordinarios..
 Amo  dulcemente a los ambiciosos, que convierten su hombría en una sanguinaria máquina de sumar. Amo por sobre todo a los poetas,porque que conocen la trascendencia de una conversación y que inventan mundos aparte de una sencilla palabra, esa maravilla. Amo a los hombres de colores, que crean belleza para los ojos del mundo en una pieza de arte, en un diseño o en una fotografía. Amo que puedan materializar la más profunda tristeza con colores o el mejor momento de tu vida. Amo a los solitarios, que existen más allá del amor y de la comprensión simple, sumergidos en sus laberintos de gigantes preguntas y que nadan en lo absurdo de sus respuestas. Amo sus esfuerzos, su no pertenencia, sus ganas de pensar distinto. Amo sus dobles intenciones que cuando he tenido la suficiente suerte he  intuido  de antemano,  de las cuales me gusta ser envuelta y fingir asombro. Adoro su aroma fuerte pero a la vez suave que huelan a cigarro y si se puede  a un poco de licor.. amo las sonrisas insinuantes que me ha regalado uno que otro. Amo la forma en que en algún momento de mi vida uno de ellos se volvió mi droga infalible. Amo la forma en que los más audaces reconocen nuestras diferencias, y se permiten caminar junto a su hombro sin juzgarte por la controversia de tu género. Amo a los hombres que más que puedan estar muy lejos de ser feministas lo son más que en la teoría  en la práctica. Aún sin saberlo y sin limitaciones técnicas. 
Amo su capacidad de demostrar que aman de una forma distinta a la que anuncian en la tele y la que se inventan en novelas rosa. Amo que sean un complemento en nuestras vidas, amo que sean por un rato o para siempre. Amo a los que me han dejado sentir deseo amoroso, los que me han llenado de besos y de caricias. Amo a los que en algún momento dejé ir por que me enseñaron a dejarlos libres, amo su libertad y que aún de vez en cuando me pregunten cómo estoy. Amo los silencios con complicidad que he tenido con un hombre y admitiré de igual forma que los mejores ratos los he pasado con alguno, en sus ojos. 
Los amo así, porque la mujer y el amor son cosas inseparables. Amo a los que nunca cambian, a los que cambian pero no cambian del todo. Amo su simpleza y su tranquilidad. Amo que no puedan pensar en dos cosas al mismo tiempo, que no entiendan cómo hacemos tantas cosas que hacemos las mujeres cuando no nos queda de otra. Amo su comprensión, su compañerismo. Su: oye, somos un equipo.. Amo que insistan, que quieran que hagas lo que quieren...y todo el proceso de convencerte sin emplear la fuerza bruta. Amo sus muchas horas de lujuria de todos los días, amo que no la escondan y sepan compartirla provocando la risa, amo a los que juegan al amor. Amo las formas tan distintas de cada uno de demostrar afecto. Amo a los hombres que lloran cuando es necesario hacerlo, amo esa fortaleza de saberse débil, humano. Amo que no me olviden pero más amo que vuelva cuando lo creí perdido para siempre. Amo ese sentirse amada que nos dan a manos llenas. Amo a los que saben también ser amigos y estar cuando lo necesitas.  Amo que alguno por ahí lea ésto y sonría sintiéndose apreciado, maravilloso, único. Amo que NO todos sean iguales. Amo que el mío, perfectamente imperfecto ande aún por ahí buscándome y lo amaré cuando me encuentre. 
Amo los secretos que se guardan y que nunca nos dicen. Amo que nos escondan su lado suave, pero amo más cuando lo comparten.. Y hago notar que no amo a los hombres por el hecho de ser hombres, sino más que nada porque son.
Porque hay hombres y de los otros.
Y yo siempre preferiré a los primeros. 

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